Si bien existen libros pedagógicos que ayudan a desarrollar las funciones cognoscitivas del niño, existen también libros que ayudan a superar los traumas psicológicos por medio de la ficción y el lenguaje simbólico, que representa cosas que no están al alcance del entendimiento humano. Ya Carl G. Jung, en “El hombre y sus símbolos”, dice: “usamos constantemente términos simbólicos para representar conceptos que no podemos definir o comprender del todo. Esta es una de las razones por las cuales todas las religiones emplean lenguaje simbólico o imágenes. Pero esta utilización consciente de los símbolos es sólo un aspecto de un hecho psicológico de gran importancia: el hombre también produce símbolos inconscientes y espontáneamente en forma de sueños” (Jung, C.G., 1995, p. 21).
Los cuentos populares son alimentos para el alma del niño, estimulan su fantasía y cumplen una función terapéutica; primero, porque reflejan sus experiencias, pensamientos y sentimientos; y, segundo, porque le ayudan a superar sus ataduras emocionales por medio de un lenguaje simbólico, haciendo hincapié en todas las etapas -periodos o fases- por las que atraviesa a lo largo de su infancia.
Cuando el niño lee o escucha un cuento popular, pone en juego el poder de su fantasía y, en el mejor de los casos, logra reconocerse a sí mismo en el personaje central, en sus peripecias y en la solución de sus dificultades, en virtud de que el tema de los cuentos le permiten trabajar con los conflictos de su fuero interno. El psicoanalista Bruno Bettelheim ha manifestado que en el campo de la literatura infantil no existe otra cosa más enriquecedora que los viejos cuentos populares, no sólo por su forma literaria y su belleza estética, sino también porque son comprensibles para el niño, cosa que ninguna otra forma de arte es capaz de conseguir. Bettelheim, en su Psicoanálisis de los cuentos de hadas, afirma que: “A través de los siglos (si no milenios), al ser repetidos una y otra vez, los cuentos se han ido refinando y han llegado a transmitir, al mismo tiempo, sentidos evidentes y ocultos; han llegado a dirigirse simultáneamente a todos los niveles de la personalidad humana y a expresarse de un modo que alcanza la mente no educada del niño, así como la del adulto sofisticado. Aplicando el modelo psicoanalítico de personalidad humana, los cuentos aportan importantes mensajes al consciente, preconsciente e inconsciente, sea cual sea el nivel de funcionamiento de cada uno en aquel instante. Al hacer referencia a los problemas humanos universales, especialmente aquellos que preocupan a la mente del niño, estas historias hablan a su pequeño yo en formación y estimulan su desarrollo, mientras que, al mismo tiempo, liberan al preconsciente y al inconsciente de sus pulsiones. A medida que las historias se van descifrando, dan crédito consciente y cuerpo a las pulsiones del ello y muestran los distintos modos de satisfacerlas, de acuerdo con las exigencias del yo y del super-yo” (Bettelheim, B., 1986, p. 12-13).
Conforme a lo señalado por Bettelheim, no cabe duda de que casi todos los cuentos que provienen de la tradición oral abordan el mismo tema: la sublimación de los conflictos emocionales y los problemas existenciales que aquejan a los niños. No es extraño que las niñas, que son víctimas de abusos sexuales, asocien a sus violadores con los personajes “malditos” de los cuentos populares, cuyos protagonistas -lobos, ogros, gnomos, brujas y otros- se tornan en individuos del mundo real.
La tesis de Betellheim parte de la base de que todos los cuentos populares reflejan la evolución física, psíquica, intelectual y social del niño; por ejemplo, el fracaso del egocentrismo, la soledad y falta de afecto, la satisfacción del deseo (casa de chocolate) y el triunfo sobre el peligro (la bruja) está simbolizado en el cuento “Hansel y Gretel”; el complejo de Edipo en “Blancanieves”; la pubertad en “Caperucita roja”; la rivalidad entre hermanos en “La Cenicienta”; el temor sexual en “La Bella y la Bestia” y el incesto en “Piel de asno”, un tema tabú del que todos saben algo, pero del que pocos se atreven a hablar. El rey y la reina simbolizan a los padres, la flor al desarrollo sexual y la casa a la seguridad y armonía en el hogar. El árbol simboliza la vida, el crecimiento o la maduración física y psíquica del individuo. Así como el perro simboliza la fidelidad, las aves simbolizan la libertad y la ayuda; esto ocurre en el cuento de “La Cenicienta”, cuando su madrastra echa ante ella un montón de guisantes buenos y malos y le dice que los separe. Aunque parece una tarea imposible, Cenicienta comienza, pacientemente, a separarlos y, de pronto, las palomas (los ratones, según otras versiones) acuden a ayudarla. Asimismo, la rama que Cenicienta planta en la tumba de su madre, se convierte en un árbol, en cuyas ramas vive un pájaro que, cada vez que Cenicienta llora, le concede sus deseos; por lo tanto, el árbol y el pájaro simbolizan el espíritu o la reencarnación de la madre de Cenicienta.
En el cuento de “Blancanieves”, justo cuando ésta yace en el ataúd de vidrio, que simboliza su muerte espiritual, tres pájaros acuden a llorar junto a los siete enanitos; la lechuza (pájaro de la muerte y la sabiduría), el cuervo (pájaro de Odín, jefe de las fuerzas oscuras) y la paloma (pájaro de Afrodita, de la inocencia y el amor). Los tres pájaros, aparte de constituir piezas claves en la trama del cuento, simbolizan un número mágico que también aparece en otros cuentos. El genio en Las mil y una noches concede tres deseos a Aladino; tres son las dificultades o pruebas que deben vencer los héroes de los cuentos fantásticos para liberar a la mujer amada y coronar su triunfo; tres veces la madrastra de Blancanieves visita la casa de los siete enanitos. “En su primera visita, disfrazada de una vieja buhonera, intenta estrangular a la hijastra con un corsé (no un “lasito” como dice la versión española), dramatizando su deseo de contrarrestar la pubescencia en proceso de la joven. Blancanieves, medio muerta, es reavivada por los enanos, y el espejo informa a la reina malvada del hecho. En la segunda visita la madrastra le da un peine envenenado, que igualmente la deja 'como muerta'. El envenenar los cabellos parece ser otro signo de la culpa que la madrastra le achaca a Blancanieves por crecer. Esto es confirmado por la tercera visita, después de que los enanos nuevamente procuran salvarla. Esta vez la madrastra, disfrazada de campesina, le ofrece una manzana 'con un veneno de lo más virulento'. La bruja come de la mitad blanca para demostrar su inofensividad, pero cuando Blancanieves la recoge y come de la mitad roja, se desmaya con la manzana atorada en la garganta” (Heisig, J.W., 1976, p. 76).
El siete es otro de los números mágicos en los cuentos populares. Ahí tenemos a los siete enanitos en el cuento de “Blancanieves”, quien se convierte en una niña hermosa a los siete años. Siete son los colores primarios, siete los días de la semana, siete los planetas de la antigüedad, siete las virtudes, siete los pecados capitales, siete los misterios, siete las maravillas del mundo y, según el mito de creación, el séptimo día es sagrado y de descanso.
Los animales salvajes simbolizan los conflictos no resueltos y los instintos de agresión. La víbora y el elefante, por su forma, pueden simbolizar la masculinidad, mientras que la manzana (los senos de la madre) es un viejo símbolo del amor y el matrimonio, pero también del peligro y el pecado. En la Biblia se dice que Adán y Eva incurren en el pecado por comer la fruta (manzana) del árbol de la ciencia del bien y del mal. La madrastra de Blancanieves, asaltada por los celos y la envidia, le procura la muerte con una manzana envenenada. De otro lado, el color rojo o colorado de la manzana -simbolismo extensamente repetido en ritos primitivos de la pubertad- representa la menstruación, la culminación de la etapa latente y la maduración sexual; lo mismo que la caperuza roja es un atributo de la primera menstruación de Caperucita roja, quien, aparte de sentirse acosada por la sexualidad masculina, es capaz de concebir y ser madre desde el punto de vista biológico.
La belleza está simbolizada por el color rojo, blanco y negro. De ahí que el cuento de “Blancanieves”, en algunas versiones, comienza con un rey y una reina que viajan por un camino cubierto de nieve, circunstancia en que el rey dice: “Deseo tener una hija blanca como la nieve“, Más adelante, al divisar un hueso lleno de sangre, exclama: “Deseo tener una hija con las mejillas rojas como la sangre“ y cuando ve a tres cuervos, volando a cielo abierto, el rey dice: “Deseo tener una hija con los cabellos color de cuervo”. En otras versiones modernas, el cuento comienza así: Es invierno y la nieve cae como ovillos blancos. La reina está cosiendo junto a la ventana, cuyos marcos están decorados en ébano. De pronto, la reina se pincha en la mano y saca el dedo herido a través de la ventana, dejando caer tres gotas de sangre sobre la nieve. Entonces se dice: “Quiero tener una hija blanca como la nieve, con las mejillas rojas como la sangre y los cabellos negros como el ébano“.
El complejo de Edipo, ese conjunto de sentimientos amorosos y hostiles que cada niño siente en relación con sus padres (atracción sexual hacia el progenitor del sexo opuesto y odio hacia el del mismo sexo, que considera rival), está simbolizado en varios cuentos populares. . Ahora bien, ¿qué es el complejo de Edipo? Según refiere una de las tragedias griegas, un oráculo había predicho que Edipo, hijo del rey de Tebas, mataría a su padre y se casaría con su propia madre, profecía que se cumplió fatalmente. Los psicólogos -a partir de Freud- designan con este nombre la atracción que el niño -alrededor de los 4-6 años de edad- experimenta por el progenitor del sexo contrario.
En los cuentos populares, de un modo general, el conflicto de Edipo está representado por el héroe que mata al dragón para liberar a la princesa; un hecho que simboliza la rivalidad inconsciente que el niño experimenta contra el padre (dragón) y el amor desmedido que siente por la madre (princesa). El conflicto de Electra, a su vez, está representado por Cenicienta y Blancanieves, quienes, en procura de liberar el amor sojuzgado del padre, se enfrentan a la crueldad de la madrastra, figura que, desde el principio, encarna el peligro y la maldad. Empero, valga aclarar que el complejo de Edipo, en algunas versiones adaptadas para los niños, es apenas una sugerencia sutil, debido a que un mensaje más directo podría provocarles angustias y ahondar sus conflictos emocionales.
El tema de la envidia y la rivalidad entre hermanos está simbolizado en el cuento de “La Cenicienta”, quien no sólo es presa del trato inhumano de su madrastra, sino también del odio y la envidia de sus hermanastras. Otros símbolos constituyen el zapato de cristal (en la versión antigua era una zapatilla de cuero suave), que Cenicienta pierde al salir de la fiesta, en la ceniza (símbolo del desprecio y la humillación), en el árbol que planta en la tumba de su madre y en el príncipe que la revive y la toma por esposa.
El narcisismo de la madrastra de Blancanieves está simbolizado por el espejo mágico y la madurez sexual por el corpiño, el anillo y la manzana. Si la combinación del color rojo, blanco y negro es símbolo de belleza, entonces el “Príncipe sapo” y “la Bestia” son símbolos de la agresividad inconsciente de la personalidad humana.
El incesto, al menos como intento, aparece expuesto en “Piel de asno”. Todo comienza con un rey todopoderoso, amado y respetado por su pueblo, y una reina que, sintiendo acercarse su última hora, le dice al rey: “Cuando te vuelvas a casar, júrame que lo harás con una princesa que sea más bella y mejor formada que yo.” El rey le jura que así lo hará. Sin embargo, al cabo de un tiempo, no resiste a la tentación de pensar en la princesa -su hija-, quien no sólo es bella y admirablemente bien formada, sino que sobrepasa en mucho a la reina -su madre- en donaire y encantos. De modo que el rey, seducido por la juventud y belleza de su hija, decide tomarla en matrimonio. La princesa, consternada por la actitud de su padre, le ruega no obligarla a cometer un crimen. Mas el rey no desiste en su propósito y manda a preparar la boda. La princesa pide ayuda a la Hada de las Lilas -su madrina-, quien, para salvarla del dolor y el infortunio, le aconseja pedirle al rey la piel de un asno. Entonces el rey, obsesionado por casarse con su hija, no le niega su deseo y deja matar a su asno preferido. La princesa se disfraza con la piel del animal y huye del palacio sin ser reconocida. El rey moviliza a sus guardias y mosqueteros para dar con el paradero de la princesa, quien se convierte en fugitiva y llega hasta tierras lejanas, donde contrae matrimonio con un príncipe que la pone a salvo del incesto y la conducta perversa de su padre.
La relación de las niñas con su sexualidad está reflejada en varios cuentos. Pero quizás el más representativo sea “La Bella y la Bestia”. La versión más conocida de esta historia cuenta cómo la Bella, la menor de cuatro hermanas, se convierte en la favorita de su padre, debido a su bondad desinteresada y su actitud cariñosa. No obstante, lo que desconoce la Bella es que, al pedir una rosa blanca, pone en peligro la vida de su padre y las relaciones ideales con él, pues la rosa blanca es robada en el jardín encantado de la Bestia, quien, llena de cólera, le impone el castigo de que en el lapso de tres meses debe entregarle a su hija menor, a cambio de poner a salvo su vida. Así es como la Bella se ve obligada a vivir con la Bestia, hasta el día en que, redimido por el amor, vuelve a su condición humana trocado en un hermoso príncipe. De entrada, el cuento simboliza la animalidad integrada en la condición humana, pues en muchísimos mitos y cuentos populares se habla de un príncipe convertido por arte de hechicería en un animal salvaje o en un monstruo, que es redimido por el beso y el amor de una doncella; un proceso que, según el psiquiatra M-L. von Franz, simboliza la forma en que el ánimus se hace consciente. En muchos mitos, el amante de una mujer es una figura misteriosa y desconocida que ella nunca debe ver y al que sólo puede encontrar en la oscuridad. De lo contrario, si enciende una luz y revela su identidad, corre el riesgo de no redimirlo de su condición monstruosa. El ejemplo está en la doncella Psique, quien era amada por Eros, pero tenía prohibido que intentara mirarlo. Eros la visitaba sólo por las noches y desaparecía al despuntar el alba. Las hermanas de Psique le advirtieron que el hombre con quien vivía era un monstruo horrible que no se atrevía a mostrarse a la luz del día. Entonces Psique, curiosa por descubrir el misterio que guardaba su amante, encendió el mechero y se enfrentó a la hermosa imagen del hombre que dormía a su lado. Pero como estaba nerviosa y sorprendida, agitó el mechero y dejó caer una gota de aceite sobre el hombro de Eros, quien despertó y la abandonó por haber visto lo que no debía. De modo que Psique pudo recuperar su amor sólo después de larga búsqueda y muchos sufrimientos.
Cabe añadir que en los cuentos populares, como en gran parte de los cuentos de la literatura infantil moderna, existe una dicotomía maniquea entre los personajes, cuyos atributos representan la bondad o la maldad, dependiendo del rol que se les asigna en la trama del cuento. Las fuerzas del bien están simbolizadas por el protagonista central y los personajes secundarios -el príncipe, las hadas, las palomas y los magos-, entretanto las fuerzas tenebrosas del mal están simbolizadas por los personajes -humanos y animales- que representan la insensatez, la astucia y el peligro, como es el caso del lobo feroz, los gnomos, las brujas y los ogros.
FIN
domingo, 2 de febrero de 2014
sábado, 18 de enero de 2014
CUANDO TODO PARECE PERDIDO, SIEMPRE EXISTE LA POSIBILIDAD DE ENCONTRAR UNA LUZ DE ESPERANZA. ALCOHOL, DEPRESIÓN Y SUICIDIO .
El siguiente cuestionario ha sido elaborado por un grupo de expertos de la OMS (Organización Mundial de la Salud) para detectar el consumo peligroso, abuso o dependencia al alcohol.
Es por eso que este sencillo, pero eficaz cuestionario se incluye en esta serie diseñada para la prevención del suicidio:
Cuestionario AUDIT (Test para la identificación de los trastornos por consumo de alcohol) Marque con un círculo el número correspondiente que mas se acerque a su situación:
1. ¿Con cuánta frecuencia toma usted una bebida alcohólica?
(0) NUNCA (1) UNA VEZ AL MES O MENOS (2) DE DOS A CUATRO VECES AL MES (3) DOS 0 TRES VECES A LA SEMANA (4) CUATRO O MÁS VECES A LA SEMANA.
2. ¿Cuántas copas de bebidas alcohólicas toma usted el día que típicamente considera que ha estado bebiendo?.
(O) l ó 2 (1) 3 ó 4 (2) 5 ó 6 (3) DE 7 A 9 (4) 10 O MÁS
3. ¿Cuántas veces ha bebido usted 6 o más copas?
(0) NUNCA (1) MENOS DE UNA VEZ AL MES (2) POR LO MENOS UNA VEZ AL MES (3) POR LO MENOS UNA VEZ A LA SEMANA (4) A DIARIO O CASI A DIARIAMENTE .
4 ¿Cuántas veces, durante el último año se ha considerado incapaz de dejar de beber una vez que ha comenzado a hacerlo?
(O) NUNCA (1) MENOS DE UNA VEZ AL MES (2) POR LO MENOS UNA VEZ AL MES (3) POR LO MENOS UNA VEZ A LA SEMANA (4) A DIARIO O CASI DIARIAMENTE.
5. ¿Cuántas veces, durante el último año ha dejado de hacer lo que normalmente se esperaba de usted a causa de la bebida?
(0) NUNCA (1) MENOS DE UNA VEZ AL MES (2) POR LO MENOS UNA VEZ AL MES (3) POR LO MENOS UNA VEZ A LA SEMANA (4) A DIARIO O CASI DIARIAMENTE .
6. ¿Cuántas veces, durante el último año ha necesitado por la mañana una copa para sentirse capaz de hacer su trabajo después de haber bebido mucho el día anterior?
(0) NUNCA (1) MENOS DE UNA VEZ AL MES (2) POR LO MENOS UNA VEZ AL MES (3) POR LO MENOS UNA VEZ A LA SEMANA (4) A DIARIO O CASI DIARIAMENTE
7. ¿Cuántas veces, durante el último año ha tenido sentimiento de culpa o remordimientos después de beber?
(0) NUNCA (1) MENOS DE UNA VEZ AL MES (2) POR LO MENOS UNA VEZ AL MES (3) POR LO MENOS UNA VEZ A LA SEMANA (4) A DIARIO O CASI DIARIAMENTE
8. ¿Cuántas veces, durante el último año , ha sido usted incapaz de recordar lo que sucedió la noche anterior por haber estado bebiendo?
(0) NUNCA (1) MENOS DE UNA VEZ AL MES (2) POR LO MENOS UNA VEZ AL MES (3) POR LO MENOS UNA VEZ A LA SEMANA (4) A DIARIO O CASI DIARIAMENTE.
9. ¿Se ha lesionado usted alguna vez, o ha dañado a otra persona (s) a causa de haber bebido ?
(0) NUNCA (1) (2) SÍ, PERO NO EL ÚLTIMO AñO (4) Sí, DURANTE EL ÚLTIMO AÑO.
10. ¿Alguna persona , pariente, amigo, médico o profesional de la salud , le ha explicado los problemas originados por la bebida o le ha sugerido que debería dejar de beber?
(0) NUNCA (2) SI, PERO NO EL ÚLTIMO AÑO (4) SÍ, DURANTE EL ÚLTIMO AÑO.
Suma total de puntos:____
CALIFICACIÓN : Una puntuación de 8 o superior se considera como un caso POSITIVO ( es decir, hay trastornos por consumo de alcohol) .
En general, las puntuaciones altas en las tres primeras preguntas y bajas en el las demás, se consideran como CONSUMO PELIGROSO de alcohol .
Puntuaciones elevadas en las preguntas 4, 5 y 6 sugieren la presencia o el inicio de una DEPENDENCIA al alcohol. Puntuaciones elevados en las preguntas 1, 2, 3, 7, 8, 9 y 10 hablan de CONSUMO PERJUDICIAL de alcohol.
Si después de haber contestado este cuestionario considera que tiene problemas con el alcohol , es altamente recomendable que también se aplique los tests para depresión que se han publicado en días pasados. Si después de hacerlo encontró datos de depresión en su persona, es el momento de acudir a un servicio especializado.
La “tríada mortal” conformada por alcohol, depresión y suicidio puede detenerse al través del diagnóstico y tratamiento oportunos.
Más allá de cualquier actitud condenatoria, moraloide o amarillista, es más responsable que como comunidad participemos en la prevención del suicidio.
Si cerca de nosotros hay alguna persona que pueda estar deprimida y que, además, consuma alcohol, debemos pensar en la posibilidad de un suicidio.
Actuando como colectividad podemos entre todos construir mejores alternativas para quienes consideran el suicidio. Actuando con conciencia social podemos ayudar a salvar una vida.
FUENTE : PREVENCIÓN DEL SUICIDIO .
viernes, 17 de enero de 2014
SOBRE LA MUERTE DE LA NIÑA PRISCILA . “No sólo es amor, madre” . Por Sergio Zabalza * - Página 12 : 16/1/2014 .
En su texto No sólo es amor, madre (Buenos Aires, Edhasa, 2013), Jorge Jinkis dice: “A veces se descuida que ‘madre’ es también una palabra, y sus connotaciones no se agotan en la idealización de la ternura, en la cruel indiferencia melancólica, la ferocidad asesina o la disponibilidad inclaudicable que se hacen presentes en los relatos analíticos o literarios de los infortunios infantiles”. Días pasados, en un arroyo de la localidad bonaerense de Berazategui, fue hallado el cuerpo de una niña de siete años de edad que estaba desaparecida. Priscila murió a causa de los golpes que recibió, presuntamente, de su madre. Dicen que la mujer acostumbraba a pegarle porque la nena no le decía “mamá”. Es probable que la señora no estuviera en condiciones de comprender que la palabra madre es, también, una palabra. (Priscila vivió casi seis años con su padre biológico. Hace un par de meses la mujer fue a buscar a su hija por unas horas y nunca la devolvió.)
El impacto de la noticia –redoblado tras la muerte de otra chiquita en Mendoza por causas similares– explica por qué la raíz de toda violencia es simbólica. No es lo mismo el golpe asestado por una madre o un padre que el propinado por un par o, incluso, por un adulto que no sea familiar de la víctima. Es cierto, “madre” es también una palabra: un significante que representa a un sujeto para otro significante, en este caso, la comunidad toda: alguien reconocido como tal ante una escuela, centro de salud, el registro civil, familia, etcétera. Quizá, abandonada a su desbordada insensatez y a las penurias de su condición de madre joven con varios hijos, esta mujer no contaba con el significante que le restara certeza a la connotación delirante de la palabra madre. De hecho, Priscila estaba indocumentada, el Otro de la legalidad jamás la consideró.
Para acceder a la condición de madre –o padre– hay que prestar un consentimiento subjetivo, cuyo correlato público y simbólico es el acto de inscripción de la criatura ante la comunidad. Desde este punto de vista: todos somos adoptados. O no. Nada hay de natural en la filiación del ser hablante. El mito del instinto materno enmascara que la maternidad es una construcción social, de la misma forma que la satanización de una persona soslaya las responsabilidades compartidas ante cada niño golpeado.
En el caso de Priscila, ningún estamento social (justicia, policía, escuela, hospital) advirtió o intervino para subsanar este agujero en la trama significante que alberga a un sujeto. En su eventual o supuesta desquicia: ¿a quién pedía la madre que la llamen madre?
En su texto “Pegan a un niño”, Freud observa que “la niña pequeña está fijada con ternura al padre, quien probablemente lo ha hecho todo para ganar su amor, poniendo así el germen de una actitud de odio y competencia hacia la madre”. ¿A quién propinaba esta mujer –que alguna vez también fue niña– esos golpes que tanto nos espantan?
* Psicoanalista. Equipo de Trastornos Graves Infanto-Juveniles del Hospital Alvarez.
VIKTOR EMIL FRANKL. (1905 - 1997) fue un neurólogo y psiquiatra austriaco, fundador de la Logoterapia. Sobrevivió desde 1942 hasta 1945 en varios campos de concentración nazis, incluidos Auschwitz y Dachau. A partir de esa experiencia, escribió el libro El hombre en busca de sentido. En 1945 escribió su famoso libro El hombre en busca de sentido, donde describe la vida del prisionero de un campo de concentración desde la perspectiva de un psiquiatra. En esta obra expone que, incluso en las condiciones más extremas de deshumanización y sufrimiento, el hombre puede encontrar una razón para vivir, basada en su dimensión espiritual. Esta reflexión le sirvió para confirmar y terminar de desarrollar la Logoterapia, considerada la Tercera Escuela Vienesa de Psicología, después del Psicoanálisis de Freud y de la Psicología individual de Adler. Siendo muy joven, había mantenido relación epistolar con Freud, quien le publicó algunos de sus escritos, pero muy pronto abandona la escuela psicoanalítica y se orienta hacia la Psicología individual de Adler, de quien se apartará también por diferencias doctrinales. Entre sus obras encontramos: " Psicoterapia y existencialismo", "La presencia ignorada de Dios", "Ante el vacío existencial: hacia una humanización de la psicoterapia", "El hombre doliente: fundamentos antropológicos de la psicoterapia", "El hombre en busca del sentido" "La voluntad de sentido .
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