LA PSICOLOGÍA : EL ALMA Y LA CONDUCTA HUMANA ,

sábado, 31 de agosto de 2013

LA COMIDA TAMBIÉN PUEDE SER UNA DROGA .

De un tiempo a esta parte existe la teoría de que casi todo lo que nos rodea crea adicción si se abusa de ello: los móviles, Internet, el deporte o incluso ser demasiado sano. Ahora también se suma a la lista la comida. Hágase esta pregunta: ¿Es capaz de prescindir de ese trozo de chocolate o de ese pinchito de tortilla que está diciendo “cómeme”? Y en caso de resistirse, ¿le cuesta horrores hacerlo? Si la respuesta es sí, puede que tenga algún grado de adicción a la comida. Esta es la teoría de Máximo Ravenna , el doctor argentino que ha conseguido hacer adelgazar al mismísimo Maradona .
Ravenna se ha dedicado desde los comienzos de su carrera al estudio de la obesidad y los desórdenes alimentarios. Su experiencia le avala: treinta años en los que ha tratado con éxito a más de 36.000 pacientes, algunos de ellos figuras célebres, como el astro argentino del balón. Este médico, clínico y psicoterapeuta ha desarrollado un método práctico para acabar con la obsesión de comer. Partiendo de una visión de la obesidad como consecuencia de una forma de adicción, defiende que el deseo de comer no es algo irresistible, sino que se puede controlar.
Un método que ha plasmado en un libro, Aprender a comer (Ediciones B), en el que explica cómo luchar contra las tentaciones constantes, las presiones del entorno y los malos hábitos alimentarios que hacen que muchas personas crean que han perdido la capacidad de comer de forma moderada. Su anterior publicación, Una delgada línea, entre el exceso y la medida, ha sido un éxito y ya va por las nueve ediciones. La palabra adicción viene del verbo latino addicere, que significa entregarse o rendirse. ¿Qué es lo que hace que no nos podamos resistir ante una ración de pastel, una hamburguesa con patatas fritas, unos espaguetis o un helado? ¿Por qué no nos sucede lo mismo ante una zanahoria, un tomate o una naranja?
La comida engancha.
Según Ravenna , igual que hay sustancias que te atrapan y crean adicción como el tabaco, el alcohol y las drogas, con la comida pasa lo mismo. Existen alimentos que enganchan , y que por lo tanto deben evitarse, frente a otros que no. Entre los más adictivos estarían las harinas y los hidratos de carbono refinados, el azúcar, la sal y ciertas grasas. Estos alimentos actúan directamente sobre los mecanismos neuronales de motivación y recompensa y están saturados de ingredientes silenciosos que nos despiertan los mecanismos de repetición. Una inocente magdalena lleva harina, azúcar, grasa y sal, casi todos los ingredientes adictivos, y por eso es muy difícil comer sólo una. Además, recientes investigaciones vienen a avalar esta teoría, ya que han revelado que las personas obesas tienen menores receptores de dopamina en el cerebro y comen más para compensar esta deficiencia. El doctor Ravenna es además contrario al uso de fármacos: “Todos los fármacos que en su momento surgieron como la opción definitiva contra la obesidad han demostrado tener tantos efectos secundarios negativos que los beneficios adelgazantes que prometen han quedado anulados.
La mejor pastilla es autoconcienciarse, y repetirse ‘no soy débil, yo lo puedo todo” Para empezar a vencer en principio sólo hay que resistirse un par de días. El vínculo con la comida puede modificarse en ese periodo de tiempo. “Está demostrado que a las 48 horas de bajar de forma sustanciosa nuestra ingesta de alimentos se produce saciedad de forma natural. Es un fenómeno adaptativo del metabolismo por el cual el cuerpo, al recibir sorpresivamente una notable falta de calorías, se previene contra una posible hambruna, generando saciedad y ahorro de energía. Por lo tanto hay que superar el instante donde nos gana el instinto”, asegura Ravenna . En pocas palabras, cuanto menos se come menos hambre se tiene; y a más ingesta, más ganas de comer. Así, frente a la última tendencia de hacer varias comidas al día pero más frugales, el método Ravenna defiende que es mejor no pasar de las tradicionales: desayuno, almuerzo, merienda y cena. Para lograr decir no a la comida se debe decir sí a muchas otras cosas: a la salud, al movimiento, a la estética y al bienestar. Y también decir sí al ejercicio.
Aumentando el gasto energético se reduce la masa corporal y la actividad física pone en movimiento también la mente. Si se corta el estancamiento físico se corta también el psíquico. Para ello no hace falta acudir a un gimnasio, se trata tan sólo de concienciarse de que hay que mover más el cuerpo durante las situaciones cotidianas. Por ejemplo, caminar de forma más vigorosa hasta llegar a un destino, bajarse del autobús una parada antes y realizar a pie el resto del recorrido, utilizar las escaleras en lugar de los ascensores o hacer la compra andando.
La epidemia del siglo XXI
La cantidad de gente con sobrepeso ha ido aumentando de forma alarmante en los últimos años. Nunca han existido tantas personas con exceso de kilos. Hoy más que nunca llevamos un modo de vida para el cual no fuimos diseñados, una vida de opulencia, de llenar carros en el supermercado y de sobreoferta de productos, casi todos procesados. A pesar de todos los sistemas, de todas las cirugías, de todas las pastillas, de todos los métodos de adelgazamiento y de todas las terapias psicológicas y clínicas, la obesidad sigue avanzando en el mundo. Es la epidemia del siglo XXI. Hace veinte años la obesidad y el sobrepeso no afectaban a más del 17% de la población mundial y hoy representan globalmente un 60%. Según el método del doctor Ravenna , la obesidad es consecuencia del comer, pero de un comer que se ha convertido en una acción repetitiva, excesiva y plagada de autoengaños, dependencia y trampas externas.
Vivimos en un entorno que genera presiones, tentaciones y adicciones de todo tipo, promueve el consumo voraz y desmedido y favorece que nuestros cuerpos se muevan cada vez menos, de esta forma parece que todos estamos sentenciados a ganar peso. El doctor Ravenna propone un método que no se basa en contar calorías o hacer regímenes basados tan sólo en querer estar delgados. Se trata de decir “no gracias”, de controlar nuestras vidas, nuestra fuerza de voluntad como fórmula para ser mejores personas, de no dejarse enganchar por la compulsión de la comida como forma de darnos placer. Se trata de adelgazar para cambiar los hábitos y no de cambiar los hábitos para adelgazar.

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